sé que me queda mucho
por recorrer en mi camino hacia la tolerancia y también sé que lo estoy analizando con mi prisma
de valores occidental, pero cada vez que veo a una chica con un burka siento
como un pellizco en el corazón.
Tanto si es por razones culturales,
religiosas o por tradición
familiar, o por una mezcla de todas ellas, para mí es algo así como si decides meter una preciosa
flor en una caja para evitar que su belleza o su olor te seduzcan y quieras
tocarla. Sólo que la
gran diferencia es que en este caso esa flor es un ser humano, piensa, siente,
sonríe, se ruboriza, se
enfada, se asusta.. pero muchas de esas emociones no puedes verlas, porque están escondidas detrás de una tela oscura.
he visto: una mamá con un burka intentando calmar a su bebé en el carrito, que
estaba llorando, por ejemplo. Por qué privar a tu hijo de poder disfrutar de tu
sonrisa, de la dulzura de tu rostro al mirarle? O una niña de unos cinco años
vestida de negro de los pies a la cabeza mirando mi camiseta rosa y mi pantalón
de colorines. No me acostumbro.
rato. Ella llevaba un burka negro, sólo se le veían los ojos, me di cuenta de que había desarrollado una
capacidad especial para ser mucho más expresiva que otras personas al hablar. Con
sus ojos me transmitía emoción. Me hubiera gustado preguntarle porqué lo llevaba o,
simplemente, si era feliz así o si tan sólo estaba resignada. Pero, lamentablemente, la profundidad de la conversación
no daba para eso.. Me quedé con la duda. Me gustaría llegar a entenderlo. Si esa
cárcel es consentida o impuesta. Pero saber la respuesta de verdad.
que pensar. En una sociedad y en una familia en la que eso es lo que te hace
formar parte de tu grupo, afianzar ese sentimiento de pertenencia que todos
buscamos, desde pequeños, ese querer que nos quieran, que nos acepten.. qué haríamos
cada una de nosotras si el decir “no”, el seguir otro camino implicase el rechazo generalizado de las
personas que más quieres?