Bangkok, la caótica ciudad que te deslumbra con sus templos…

Sinceramente, creo
que hay que prepararse mentalmente antes de pisar por primera vez la
capital de Tailandia. Y es que, en esa primera impresión que todos nos
hacemos de los lugares, Bangkok resulta ser una ciudad que aturde, que
satura, incluso que intimida. Pero, al igual que esa persona que te robó
el corazón cuando la fuiste conociendo, aunque no te había caído bien
cuando os presentaron, así Bangkok te va conquistado poco a poco con sus
encantos…
Agitada, dinámica, enérgica, tradicional, comercial,
sabrosa, cultural, marchosa, moderna…todo eso y más es Bangkok, la
ciudad que nunca descansa.
Buda reclinado
 Buda reclinado
Gran Palacio

En el plano cultural hay visitas obligadas
muy interesantes, como el Gran Palacio y el Wat Phra Kaew, (alberga el famoso
Buda Esmerada), en el barrio de Ko Ratanakosin o el Wat Pro, (con un
Buda reclinado gigante). Es muy interesante conocer también la zona
comercial y moderna, como la de los distritos de Siam, Pratunam, Silom y
Chinatown. 
Imprescindible también probar un masaje típico tailandés para
entender que la felicidad empieza aquí en la tierra…
Guardián del Templo del
Buda esmeralda
Monjes budistas rezando frente a Buda

Recomendación:
* Alojamiento: Lub*d Hostel,
4 Decho Road, Suriyawong, Bangrak,
Bangkok.

Ayutthaya, la antigua ciudad que emerge de sus ruinas…

A tan sólo una hora de Bangkok se encuentra Ayutthaya, considerada Patrimonio Mundial por la Unesco en 1.991. Este solemne lugar ayuda a entender la historia pasada del país, cuando la ciudad era la capital de Siam. A pesar de que muchos de sus templos se encuentran actualmente en ruinas, bien por el paso del tiempo o las guerras, la ciudad tiene una riqueza cultural e histórica innegable. 
Algunos de sus templos más famosos son, por ejemplo, Wihaan Mongkhon Bophit, (tiene un Buda de bronce de 17 metros de alto), el Wat Phra Mahathat, (conocido por su cabeza de Buda atrapada entre las raíces un árbol) o el Wat Phra Si Sanphet, (el mayor templo de Ayutthaya).
Templo en Ayutthaya
 
Wihaan Phra Mongkhon Bophit
 Buda gigante reclinado, Ayutthaya
 Wat Phra Mahathat

Reflexiones de una viajera (VII)

Otra de las lecciones que he aprendido en este viaje tiene que ver con
la generosidad. Es curioso, pero las personas más generosas muchas veces
son las que menos tienen. Tendemos a dar a los demás lo que nos sobra, y
lo que a mí me deja sin palabras es ver que personas que no tienen
prácticamente para comer comparten lo poco que tienen contigo o incluso
te lo ofrecen antes que quedárselo para ellos mismos. Esto es para mí
la auténtica generosidad.

 Campesina, Sapa, (Vietnam)


Pero hay otra cosa que comparten en otros países «menos desarrollados»,
muchísimo más que en nuestras sociedades más «ricas». Es algo muy
valioso, que todos apreciamos mucho y que todos tenemos y podríamos dar a
los demás de forma más generosa: el tiempo. Me he encontrado con mucha
gente, en la calle, por ejemplo, que me ha regalado mucho tiempo para
hablar conmigo, regalarme una sonrisa, explicarme y orientarme,
invitarme un café o té, incluso acompañarme a mi destino, simplemente
por el hecho de compartir y conversar. Sin mirar el reloj ni mucho menos
el móvil. Me da qué pensar, sobre nuestra sociedad civilizada, donde
siempre vamos con prisas y corriendo, donde a veces estamos físicamente
delante de un amigo y estamos en otra conversación a la vez con el
móvil, estamos oyendo, pero no escuchamos, nuestra mente está en varios
sitios a la vez… ¿Cuántas veces
nos paramos por la calle a hablar con alguien que no conocemos o a
ofrecerle muestra ayuda? ¿Cuánto tiempo dedicaríamos a un extranjero que
necesita ayuda? ¿Acompañaríamos a alguien perdido o que tiene problemas
con el idioma a su destino? En esa reflexión, a mí, desde luego, me
queda mucho por cambiar, me he dado cuenta de que no querría perder esa
capacidad de «re-conocer al otro», tomar tiempo para dedicar a los
demás, para compartir y ofrecer una sonrisa, mirar a los ojos y «ver de
verdad»… Creo que de ahí parte la verdadera generosidad, dar a los
demás lo más valioso para nosotros: nuestro tiempo.

 Tam Coc, (Vietnam)

Reflexiones de una viajera (VI)

El otro día reflexionaba con mi buen amigo Luis sobre las cosas que nos
hacen estar en comunión, en conexión con el mundo. Por supuesto, hay
muchas más cosas, además de viajar, que a cada uno le pueden suponer
alcanzar ese sentimiento de plenitud. Luis me decía que el creía que esa
sensación de comunión con el mundo la sientes cuando haces lo que
realmente te llena, sea correr, viajar, estar con tu niño si eres padre,
con tu amada si estás enamorado, alcanzar la cima si eres alpinista,
salir al escenario si eres actor, ver tu libro escrito si eres
escritor… Estoy totalmente de acuerdo con Luis. Esa sensación en la
que fluyes, es la que experimentas cuando haces algo que te hace feliz y
te llena.. en ese momento no ves pasar las horas, estas tan absorto en
lo que haces, te encuentras tan a gusto, que las horas pasan
volando, te sientes pleno, realizado.. y en conexión.. y para cada uno
puede ser una cosa la que le haga sentirse así, o, incluso, puede ir
cambiando a lo largo de tu vida.. Eso es lo que nos hace evolucionar. 

 Pagoda del Perfume, Vietnam

Lo
que es vital es que cada uno de nosotros descubramos primero que es ESO
que nos hace fluir.. y después, en la medida de lo posible, intentemos
llenar nuestra vida con esos «momentos». Yo los llamo «momentos
nutricios», que te dan energía, (pueden ser momentos, o personas,
lugares o actividades..), y así iremos creando, construyendo nuestra
felicidad….porque la felicidad puedes buscarla o crearla tú mismo,
eso también depende de tí…¡está en tus manos!

Fin de mi octava etapa, (Vietnam)

He encontrado de nuevo en este país gente maravillosa con la que he tenido
la suerte de compartir experiencias, inquietudes y conversaciones. Es curioso,
pero cuando se viaja, sobre todo al viajar solo, se establece un vínculo
especial con las personas con las que conectas en el camino, y abres tu corazón
con más confianza, teniendo conversaciones en tan sólo un día que de otra forma
tardarías mucho mas tiempo en tener. Es maravilloso esa capacidad de abrir
nuestro corazón, hablar sin miedos, sin temor al que dirán… se es un poquito
más “uno mismo”, pues sabes que los amigos del viaje no te conocen, no te van a
juzgar, y se crean vínculos especiales…
Con amigos de Israel, Holanda, 
Francia, Vietnam y España
Con Desi, en Halong

Cenando con Samantha en Hanoi
Con Ana, Jose y Samantha en Tam Coc
Con unos estudiantes 
en las calles de Hanoi
 En el Fullmoon Festival
Fullmoon Festival en 
Dong Xuan, Hanoi

Tam Coc, el relajante paisaje en medio de los arrozales…

Este espacio natural, que se disfruta paseando con una
barquita por el rio Ngo Dong, muestra un paisaje maravilloso de rocas en medio
de arrozales en los que los pescadores siguen realizando su labor de la forma
tradicional. 
Se encuentra a unas tres horas en coche de Hanoi y es una visita muy recomendable.
 Tam Coc
Barcas por el rio Ngo Dong
Tam Coc desde el rio
Pescadores Tam Coc

La gastronomía vietnamita, como todo en el país, se conoce mejor en sus calles…

La cocina
vietnamita se huele, se siente y se saborea, como todo en general en este país,
en sus calles. En las calles de Hanoi pueden verse muchos puestos donde se
vende, se preparan comidas y se come a cualquier hora del día. El plato
estrella siguen siendo los noodles, (de arroz, fritos, en sopa, planos, de
multiples formas…) o el arroz, (con carne, pescado, marisco, etc.).
También se come en Vietnam serpiente, perro, se puede encontrar en los mercados con facilidad…
Fideos vegetarianos

 Sopa vegetal y de fideos

 Noodles de marisco y verduras

Hanoi, la locura cobra vida en forma de ciudad…

Cuando ya pensaba que lo había visto todo en cuanto se refiere a caos y tráfico abrumador en una
ciudad,
llegué a Hanoi y me di cuenta de que la circulación
en ciudades como El Cairo o Bangkok parece un desfile de majorettes comparado
con el de Hanoi. 

En Vietnam hay un población de unos noventa millones de
personas, de las cuales unos ocho millones viven en Hanoi. Ahora viene la cifra
impactante: circulan más de seis millones de motos. 

La vida de los vietnamitas se puede observar en sus motos, que pueden llegar a
transportar casi cualquier cosa, veinte cajas de gallinas, diez alfombras, un cerdo o una vaca
muertos, y, de forma habitual, hasta cinco personas en una moto de pequeña
cilindrada. 

 Lago Hoan Kiem
Puente The Huc, para acceder
al Templo Ngoc Son
Catedral de San Jose

Las calles de Hanoi son una muestra única de que la vida de los
vietnamitas transcurre de puertas hacia fuera de sus casas. 

Venta de fruta en las 
calles de Hanoi

Desde el amanecer
sacan sus sillas a las puertas de sus casas para desayunar y, a partir de ahí,
exponer su mercancía, cocinar, comer, jugar al ajedrez con sus vecinos, tomar una cerveza
bien fría o incluso afeitarse, cortarse el pelo o pintarse las uñas de los pies.
 

 Barbero-peluquero en
 las calles de Hanoi

Una ciudad única, con personalidad propia, que impacta, aturde y, sorprendentemente, seduce…
Recomendación:
* Alojamiento: Downtown Backpackers Hostel, 9 Ma May, Hanoi.

Halong Bay, el maravilloso paisaje de rocas y cuevas…

Considerada Patrimonio Mundial desde 1994, la imponente bahía de Halong impresiona por su belleza
multicolor, sus tranquilas aguas donde se escapa del bullicio del resto del país
y sus bonitas playas de aguas templadas.

 Halong Bay

Tuve la suerte de poder hacer esta
visita a la bahía de Halong justo el día de luna llena en el que los
vietnamitas celebran su anual Fullmoon Festival, (Año Nuevo de los Niños).

 Halong Bay

Por
la noche la bahía y sus formaciones rocosas se veían iluminadas de forma natural
por la luna llena, una imagen preciosa. 

Precioso tambien el pueblo pesquero con su mercado flotante.

 Pueblo pesquero de Halong
Mercado flotante

Estas islas tienen formaciones rocosas y grutas que han sido modeladas por el agua y el viento, dando lugar a unos efectos y unos paisajes preciosos… 

Fin de mi séptima etapa (Camboya)

De nuevo vuelvo a hacer balance y mi etapa en este país ha sido muy positiva y enriquecedora, han sido tan sólo cinco días, en los que, sobre todo, he tenido la oportunidad de conocer una de las Maravillas del Mundo, los templos de Angkor y a un pueblo generoso, amable y con ganas de superar poco a poco su historia pasada de dolor y escasez. 
Ojalá que ese día en que Camboya tenga una situación más próspera y digna para su gente llegue pronto…

En tuk-tuk a la llegada a Siem Reap

 Con un monje budista