Continuando mi viaje a Itaca…

Es tan sólo una pequeña muestra de lo que va a llenar mi mochila en la siguiente etapa de mi viaje a Ítaca. Y es que, como me dice mi buena amiga María, el año pasado simplemente fue el comienzo, arrancando un sueño que va a durar toda mi vida. Espero que haya muchas Ítacas en mi vida, muchos viajes de aprendizaje, de descubrimiento, cúmulos de experiencias y sensaciones vividas a través de los ojos y de las emociones compartidas con tantas y tantas personas que voy encontrando en mi camino.
Preparando mi mochila para Etiopía
En tan sólo diez días emprendo rumbo a mi siguiente Ítaca.
Es un viaje diferente al que emprendí hace un año, aunque ambos tienen en común
que voy a vivir una gran experiencia y que voy a salir de nuevo de “mi zona de
confort”. En esta ocasión voy a Etiopía, a aportar mi pequeño granito como
voluntaria en varios proyectos con los que colaboro. Siento la necesidad de vivir
lo que ellos viven, poniéndome literalmente en los “zapatos del otro”, porque
creo que es la forma de interiorizar y asimilar de verdad las situaciones que
se viven en otros países donde no son tan privilegiados como nosotros somos. Quiero
sensibilizarme, empaparme de esa situación y luego ser capaz de trasmitirla, de
contarla en mi entorno.. ¿me acompañas en este viaje?
Formación con amigos de Dakar (Senegal)

Y aunque sé de sobras que lo que voy a recibir va a ser
mucho más de lo que voy a poder ofrecer, espero poder gestionar las emociones
que voy a sentir, ése creo que va a ser el primer reto que tendré que afrontar.

Una vez más, estoy segura de que vendré con mi mochila mucho
más llena, no con peso, sino con experiencias y vivencias que me harán aprender…
Con niños en un cole en Dakar, (2012)

Reflexiones finales de una viajera…

Creo que después de 25 aviones, 9 países y más de 60.000 kilómetros
recorridos puedo decir satisfecha que he logrado cumplir mi sueño de dar
la vuelta al mundo. Cuando mis amigos me preguntaban, antes de
emprenderlo, el «para qué» de mi viaje yo tenía muy claro, desde hace
mucho tiempo, mi propósito: conocer, descubrir, compartir y, sobre todo,
aprender, viviendo experiencias diferentes de las que estoy
acostumbrada.

Con mi mochila, en Bangkok

Me
traigo a casa la mochila llena de lugares maravillosos,
paisajes increíbles y ciudades súper interesantes. También me traigo en
mi equipaje más conocimiento de mí misma, de cosas que quiero mejorar y
de otros aspectos que he descubierto, que no conocía y que intentaré
potenciar. Pero, sobre todo, me traigo en la mochila el conocer un
poquito más de este mundo y de diferentes culturas a través de los ojos
de muchos amigos que he tenido la gran suerte de
encontrar en mi camino. He disfrutado intensamente de todas y cada una
de las conversaciones y de los momentos compartidos con tantos viajeros y
amigos.
He vivido, también intensamente, muchas emociones: he reído, (mucho), he sentido pena o tristeza, (algunas veces), me he sentido perdida o frustrada, (en bastantes ocasiones), me he maravillado, (cada d
ía y con cada descubrimiento), y, sobre
todo, me he sentido agradecida por esta oportunidad que la vida me ha
regalado.
 Jardín de orquídeas, Chiang Mai
Espero que después de esto no se me olvide nunca la gran suerte que
tengo de haber nacido en el país que he nacido, donde, a pesar de «la
que está cayendo», tengo un techo bajo en que refugiarme si hace frío o
si llueve, (y no un conjunto de hojas de banano o chapas que
probablemente se caerán en algún momento de la estación de lluvias),
varios platos diferentes de comida diarios, (y no un plato de arroz o
frijoles para pasar el día), la tranquilidad de pasear por el campo,
sabiendo que no va a explotar una mina a mis pies, o de saber que, si lo
necesito, puedo recibir ayuda en un hospital sin que mi familia tenga
que endeudarse durante años. 

 Mujer trabajando, Long Neck Ladies
Hilltribe, Chiang Mai

También un lugar donde tengo el privilegio
de poder vestirme de colores, llevar el pelo suelto, decir lo que
pienso, trabajar y decidir con quién casarme, si realmente quiero
hacerlo. O simplemente de poder conseguir un pasaporte que me permita
viajar y salir de
mi país, si quiero. 

Que no se me olvide nunca que tengo un millón de
razones por las que estar agradecida, he visto muchas situaciones y
personas que me han dado esa lección de gratitud teniendo la décima
parte de «suerte» que yo en ese reparto de cartas que nos hacen al
empezar la partida de la vida.

 Disfrutando del momento, 
Halong Bay, Vietnam

Estoy profundamente agradecida a todos los amigos que he conocido en el
viaje, os envío un GRACIAS enorme por haberme enseñado tantas cosas sobre
vuestra cultura, vuestro país, y haber compartido conmigo inquietudes y
emociones. Os llevo para siempre en mi corazón y ojalá nuestros caminos
vuelvan a cruzarse en el futuro.

También me gustaría daros las GRACIAS a todos los amigos que, en la
distancia, me habéis acompañado, con vuestro cariño y apoyo y vuestros
mensajes.
 GRACIAS!!!
Cuando pensé en escribir un blog de mi viaje mi ilusión era
poder inspirar o ayudar un poquito a alguien que estuviera atravesando una
situación que a priori pueda parecer «difícil» y quizás inspirar y
transmitir con un modesto ejemplo, c
ómo siempre podemos elegir nuestra
actitud y ver cada situación como una oportunidad, tomando impulso para
realizar nuestros sueños después de reflexionar y decidir cuáles son.
Jamás pensé que el blog pudiera tener la difusión y respuesta que ha
tenido, estoy realmente sorprendida. Gracias por venir conmigo a través
del blog en esta maravillosa experiencia, me siento muy feliz de haber podido
alegraros o ayudaros en alguna medida, como me habéis transmitido en algún
mensaje personal que
me ha emocionado.

Para lo que necesit
éis podéis contactar conmigo en este e-mail:nbermudezmayoral@yahoo.es.
Estaré encantada de hablar con vosotros y poder compartir momentos y experiencias en este
apasionante viaje de la vida…
 HASTA SIEMPRE…

Fin de mi novena y última etapa (Tailandia)

En este destino he tenido la suerte de encontrarme con algunos ángeles,
que me han ayudado en alguna situación un poco más complicada, y que me
han hecho afianzarme en la idea de que lo más importante es creer siempre
que todo ir
á bien, confiar en la vida. De nuevo, las personas y las
relaciones que he podido entablar en mi camino es lo más bonito que,
afortunadamente, me llevaré de vuelta a casa en mi mochila…

Con New, en Bangkok
En Bangkok, con Ami y
 Saori, (Japón)
Con Mady, (Pakistán), en Bangkok

En Bangkok, con Alvaro y 
Yasmina, (Madrid)

 Con Nadine (Inglaterra), en Chiang Rai

Con una estudiante tailandesa en el 
templo del Buda esmeralda, Bangkok

Chiang Mai, la unión de naturaleza salvaje y mezclas étnicas…

En el norte de Tailandia se encuentra Chiang Mai. Esta preciosa zona ofrece riqueza cultural,
paisajes maravillosos, fauna y flora, tranquilidad y una gran variedad
de posibilidades de actividades diferentes. 

Entre sus templos se
encuentra el Wat Phra Singh, el Wat Chedi Luang o el Wat Phan Tao. A
las afueras de la ciudad se encuentra otro imponente templo, el Wat Phra
Doi Suthep. 
 Buda reclinado, Wat Phra Singh
Wat Phra Singh

Desde Chiang Mai se puede ir a la selva, para ver reservas
de elefantes, (muchos de ellos enfermos o muy mayores, los rescatan y los cuidan, protegi
éndolos ademas de los cazadores furtivos) y también visitar poblados de tribus de la zona, como la
tribu de las Long Neck Ladies.

Long Neck Ladies Hilltribe

Niña en Long Neck 
Ladies Hilltribe

En la reserva de elefantes
Jardín de orquídeas

Ayutthaya, la antigua ciudad que emerge de sus ruinas…

A tan sólo una hora de Bangkok se encuentra Ayutthaya, considerada Patrimonio Mundial por la Unesco en 1.991. Este solemne lugar ayuda a entender la historia pasada del país, cuando la ciudad era la capital de Siam. A pesar de que muchos de sus templos se encuentran actualmente en ruinas, bien por el paso del tiempo o las guerras, la ciudad tiene una riqueza cultural e histórica innegable. 
Algunos de sus templos más famosos son, por ejemplo, Wihaan Mongkhon Bophit, (tiene un Buda de bronce de 17 metros de alto), el Wat Phra Mahathat, (conocido por su cabeza de Buda atrapada entre las raíces un árbol) o el Wat Phra Si Sanphet, (el mayor templo de Ayutthaya).
Templo en Ayutthaya
 
Wihaan Phra Mongkhon Bophit
 Buda gigante reclinado, Ayutthaya
 Wat Phra Mahathat

Reflexiones de una viajera (VII)

Otra de las lecciones que he aprendido en este viaje tiene que ver con
la generosidad. Es curioso, pero las personas más generosas muchas veces
son las que menos tienen. Tendemos a dar a los demás lo que nos sobra, y
lo que a mí me deja sin palabras es ver que personas que no tienen
prácticamente para comer comparten lo poco que tienen contigo o incluso
te lo ofrecen antes que quedárselo para ellos mismos. Esto es para mí
la auténtica generosidad.

 Campesina, Sapa, (Vietnam)


Pero hay otra cosa que comparten en otros países «menos desarrollados»,
muchísimo más que en nuestras sociedades más «ricas». Es algo muy
valioso, que todos apreciamos mucho y que todos tenemos y podríamos dar a
los demás de forma más generosa: el tiempo. Me he encontrado con mucha
gente, en la calle, por ejemplo, que me ha regalado mucho tiempo para
hablar conmigo, regalarme una sonrisa, explicarme y orientarme,
invitarme un café o té, incluso acompañarme a mi destino, simplemente
por el hecho de compartir y conversar. Sin mirar el reloj ni mucho menos
el móvil. Me da qué pensar, sobre nuestra sociedad civilizada, donde
siempre vamos con prisas y corriendo, donde a veces estamos físicamente
delante de un amigo y estamos en otra conversación a la vez con el
móvil, estamos oyendo, pero no escuchamos, nuestra mente está en varios
sitios a la vez… ¿Cuántas veces
nos paramos por la calle a hablar con alguien que no conocemos o a
ofrecerle muestra ayuda? ¿Cuánto tiempo dedicaríamos a un extranjero que
necesita ayuda? ¿Acompañaríamos a alguien perdido o que tiene problemas
con el idioma a su destino? En esa reflexión, a mí, desde luego, me
queda mucho por cambiar, me he dado cuenta de que no querría perder esa
capacidad de «re-conocer al otro», tomar tiempo para dedicar a los
demás, para compartir y ofrecer una sonrisa, mirar a los ojos y «ver de
verdad»… Creo que de ahí parte la verdadera generosidad, dar a los
demás lo más valioso para nosotros: nuestro tiempo.

 Tam Coc, (Vietnam)

Reflexiones de una viajera (VI)

El otro día reflexionaba con mi buen amigo Luis sobre las cosas que nos
hacen estar en comunión, en conexión con el mundo. Por supuesto, hay
muchas más cosas, además de viajar, que a cada uno le pueden suponer
alcanzar ese sentimiento de plenitud. Luis me decía que el creía que esa
sensación de comunión con el mundo la sientes cuando haces lo que
realmente te llena, sea correr, viajar, estar con tu niño si eres padre,
con tu amada si estás enamorado, alcanzar la cima si eres alpinista,
salir al escenario si eres actor, ver tu libro escrito si eres
escritor… Estoy totalmente de acuerdo con Luis. Esa sensación en la
que fluyes, es la que experimentas cuando haces algo que te hace feliz y
te llena.. en ese momento no ves pasar las horas, estas tan absorto en
lo que haces, te encuentras tan a gusto, que las horas pasan
volando, te sientes pleno, realizado.. y en conexión.. y para cada uno
puede ser una cosa la que le haga sentirse así, o, incluso, puede ir
cambiando a lo largo de tu vida.. Eso es lo que nos hace evolucionar. 

 Pagoda del Perfume, Vietnam

Lo
que es vital es que cada uno de nosotros descubramos primero que es ESO
que nos hace fluir.. y después, en la medida de lo posible, intentemos
llenar nuestra vida con esos «momentos». Yo los llamo «momentos
nutricios», que te dan energía, (pueden ser momentos, o personas,
lugares o actividades..), y así iremos creando, construyendo nuestra
felicidad….porque la felicidad puedes buscarla o crearla tú mismo,
eso también depende de tí…¡está en tus manos!

Fin de mi octava etapa, (Vietnam)

He encontrado de nuevo en este país gente maravillosa con la que he tenido
la suerte de compartir experiencias, inquietudes y conversaciones. Es curioso,
pero cuando se viaja, sobre todo al viajar solo, se establece un vínculo
especial con las personas con las que conectas en el camino, y abres tu corazón
con más confianza, teniendo conversaciones en tan sólo un día que de otra forma
tardarías mucho mas tiempo en tener. Es maravilloso esa capacidad de abrir
nuestro corazón, hablar sin miedos, sin temor al que dirán… se es un poquito
más “uno mismo”, pues sabes que los amigos del viaje no te conocen, no te van a
juzgar, y se crean vínculos especiales…
Con amigos de Israel, Holanda, 
Francia, Vietnam y España
Con Desi, en Halong

Cenando con Samantha en Hanoi
Con Ana, Jose y Samantha en Tam Coc
Con unos estudiantes 
en las calles de Hanoi
 En el Fullmoon Festival
Fullmoon Festival en 
Dong Xuan, Hanoi

Fin de mi séptima etapa (Camboya)

De nuevo vuelvo a hacer balance y mi etapa en este país ha sido muy positiva y enriquecedora, han sido tan sólo cinco días, en los que, sobre todo, he tenido la oportunidad de conocer una de las Maravillas del Mundo, los templos de Angkor y a un pueblo generoso, amable y con ganas de superar poco a poco su historia pasada de dolor y escasez. 
Ojalá que ese día en que Camboya tenga una situación más próspera y digna para su gente llegue pronto…

En tuk-tuk a la llegada a Siem Reap

 Con un monje budista

La gastronomía camboyana, basada en el arroz y el pescado…

La cocina camboyana, al igual que el resto de los países del sudeste asiático que estoy conociendo, tiene su base principal en el arroz. Tienen varios tipos diferentes de arroz, dependiendo de la cosecha y de la época, si es en temporada de lluvias o temporada seca, etc. Es un país que consume muchísimo pescado,(unos 35 kilos por persona anuales). 
Tienen una cocina deliciosa y, para mi alegría, menos picante que la malasia o la indonesia.

Barbacoa camboyana 
de carne y marisco

 Noodles con carne y verduras

Pollo con verduras y salsa curry

Mercado de comida en Siem 
Reap (Old Market)