Por fin, ya estoy en Colombia. Tenía muchas ganas de conocer este fantástico país, de tanto oír hablar a buenos amigos de que es un país que enamora, sobre todo por su gente, cálida y amable. Su encanto colonial, su costa caribeña, sus picos andinos, los cafetales, la selva amazónica, sus paisajes variopintos y sus ciudades bulliciosas hacen de Colombia un destino digno de conocer para los amantes de los viajes… Así que aquí estoy, después de un periplo de 9 horas hasta llegar a Dallas, donde hice escala y otras 6 hasta Bogotá. Con una mezcla de nervios, ilusión y curiosidad estoy familiarizándome con la ciudad. El primer día siempre me lleva un poco más de tiempo. En esta ocasión al cansancio del viaje se le suma la altitud, (Bogotá es la tercera ciudad más elevada del mundo), por lo que hoy me lo he tomado con calma, intentando sobrellevar con dignidad el mal de altura.
Jardin Botánico de Bogotá
Además hoy he buscado un alojamiento diferente al que tenía planeado: ayer llegué de madrugada a la ciudad y el taxista, preocupado, me recomendó fervientemente cambiar de hotel cuando le di la dirección.. Según sus palabras, «el tenía madre y hermanas y ese hotel y esa zona no eran para alguien como yo». Creo que en el camino hay que ser flexible, adaptarse a los cambios y, por supuesto, escuchar las «señales», así que agradecí al señor su consejo, fui a otro hotelito, (aún perdiendo la reserva) y hoy ya he encontrado otro alojamiento mejor y muy económico. Hoy, además, he entendido a qué se refería el señor taxista, y le agradezco su recomendación 😉
Esto es una de las cosas que me gustan y he aprendido de viajar sola, la dependencia de los otros y que abres tu mente y tu forma de relacionarte con los demás y que siempre hay buena gente en el camino dispuesta a ayudarte..
Hoy he conocido también el Jardín Botánico, muy recomendable y con mucha variedad de especies, muy cuidado y he probado el ajiaco, plato típico colombiano.
Ajiaco, plato tipico colombiano, a base de
pollo, patatas, maiz, verdura, guisantes