En esta etapa del viaje he vivido varios de esos momentos que dejan huella en la memoria, en los que se empañan los ojos de distintas emociones y que hacen que me convenza de que lo mejor de estas aventuras es cómo me transformo y voy aprendiendo de las personas que voy conociendo.
En Orchha ha habido varios momentos que me han dejado sin palabras. Conocer a Gorav me ha impactado. Aparenta unos doce o trece años, (aunque él asegura que tiene dieciséis) y cuenta con toda naturalidad que es el cabeza de familia porque no tiene padre y es su deber ocuparse de su madre, sus tres hermanas y su abuela. Tiene una educación y una madurez impropia de su edad y un inglés perfecto que ha aprendido de forma autodidacta y practicando con turistas. Además de hindi e inglés puede hacerse entender en español y en francés y chapurrea algo de italiano y chino. Es un maravilloso ejemplo de cómo hacerse grande ante la adversidad y coger las riendas de tu vida.
Gorav dice que cuando sea mayor quiere ayudar a los niños que son huérfanos, para que puedan ir a la escuela y estudiar, que es lo más importante. Dice que a él le gustaría ser guía pero que su familia no se lo puede permitir y que después del cole tiene que estar en la tienda ayudando a su madre. Gorav me pregunta cuál es mi dios y él dice muy seguro de sí mismo que tiene tres dioses: su primer dios es su familia, después Dios y después su cabeza. Dice que él es capaz de crear sus propias medicinas y curarse con su fuerza de voluntad. Así se ha curado de una herida en la pierna y se levanta el pantalón y enseña orgulloso su pierna envuelta con una cuerda sujetando una hoja. Me quedo sin habla. Gorav asegura que hace una semana no podía andar y ahora es verdad que sólo se percibe una pequeña cojera. Mientras lo cuenta se quita un pequeño cristal que se le ha clavado en el pie, (va descalzo). Cuando le pregunto, asustada, si se encuentra bien, me contesta que no pasa nada, que eso es normal en India, porque muchos no llevan zapatos. Otra vez me deja sin palabras. Luego pasa Buya, su vecina y aprovecha para contarnos que él no decidirá sobre su matrimonio, que su madre elegirá su esposa y él elegirá los maridos de sus hermanas. Así es la tradición en India.
En Orchha conocemos además a Didi, que es una persona entrañable que desprende una energía especial. Es el dueño de Temple View Hotel y hace sentir a sus huéspedes como si estuviéramos en familia. Pero no es sólo una forma de hablar. Te escucha con profundo respeto, incluso en ocasiones toca tus pies, (es la mayor señal de respeto para los hindúes) y tengo la oportunidad de conversar con él sobre sus colaboraciones en centros para niños desfavorecidos. Es una persona que brilla y emana paz. Al despedirnos su esposa y él han preparado un regalo especial y lo han envuelto con una etiqueta que dice «para mi hermana».
Ya estoy presintiendo que voy a dejar parte de mi familia en India cuando me vaya…